jueves, 29 de marzo de 2012

Retorcido
 Por Álvaro González-Uribe, 26 de agosto de 2011
 
"Uno ahí piensa: ¡aquí hay algo muy torcido!", expresó un colombiano el lunes anterior, al enterarse de que a un aspirante a la alcaldía de Cali le pidieron 200 millones de pesos para “resolver un problema con el registro de sus firmas”, y que luego le solicitaron 2.000 millones de pesos “para ganar la elección”.
 
La anterior expresión no pasaría de ser una opinión más de tantas que escuchamos y leemos a diario al enterarnos de los numerosos hechos de corrupción que se ha ido denunciando últimamente, ciertos o no, porque valga decirlo, del destape de esta inmensa alcantarilla con heces de todas las materias también se están aprovechando algunos para enlodar a sus malquerientes o para vender noticias.
 
 
Y digo que no pasaría de ser una opinión más, sino fuera porque el colombiano que la expresó fue nada menos que el Presidente de la República (Eltiempo.com, 22-8-11). No son las palabras acostumbradas por un presidente, lo cual indica que en verdad hay algo muy podrido.
 
 
Pienso que esta es la noticia más grave que hemos tenido en Colombia en mucho tiempo, pues cuestiona descarnadamente nada más y nada menos que el sistema democrático del país, que aun con todos los vicios conocidos tiene un nivel de credibilidad razonable. Mientras no se esclarezca la verdad, la denuncia cubre con un manto de duda, no solo las próximas elecciones sino todas las anteriores y por tanto la legitimidad de los gobernantes.


Pese a la particular situación crítica de Cali y del Valle que viene de años atrás, tengamos en cuenta que estamos hablando de la tercera ciudad del país, donde se supone hay más vigilancia a los procesos electorales. Muchos más ojos están puestos en las grandes ciudades que en las pequeñas o que en los apartados municipios, ¿qué se podrá pensar entonces de éstos?


No es paranoia entonces que los colombianos pensemos que si tales hechos se presentan en Cali, pueden estar ocurriendo en numerosos municipios y departamentos del país, y que también se hayan presentado ya en muchas elecciones anteriores adicionales a los ya comprobados o sospechados, incluso para cargos nacionales. Por eso la urgencia de investigar el caso lo más pronto posible hasta sus detalles mínimos.
 
 
El Presidente dio trámite a las denuncias ante la Fiscalía y el Registrador ya está investigando. Pero esta investigación requiere la urgencia más urgente de todas las urgencias que se puedan haber requerido en Colombia, y el concurso de absolutamente todos los órganos de investigación y de control. No conozco al candidato Guerrero, ni me interesa si queda o no Alcalde ni voto en Cali, se trata de descorrer el velo que con este hecho cubre el sistema electoral colombiano que en dos meses se apresta a tener un día clave.
 
 
¿Será que esta olla podrida de Colombia no tiene fondo? Y lo peor: ¿qué puede esperarse de algunos futuros gobiernos locales y regionales que llegarán al poder porque el Presidente de la república no se enteró de los fraudes que los “eligieron”? Pues lógico que más corrupción. Es decir, los pozos sépticos que exhalan olor a podrido se siguen reproduciendo al parecer de una manera más rápida que su destape.
 
 
Señor Presidente, usted lo sabe: no sólo “hay algo muy torcido” en ese caso de Cali que con razón lo escandaliza y en hechos similares sucedidos a otra candidata a la Alcaldía de la misma ciudad, sino también en decenas y cientos y quizás miles de actos de corrupción cuyo destape usted mismo está alentando. Colombia está torcida y retorcida.
 
 
Esto es peor que la reciente emergencia invernal señor Presidente, destuerza a Colombia y usted pasará a la historia de Colombia y Colombia tendrá futuro.

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