viernes, 4 de marzo de 2011

Des-ex-perado

Por Álvaro González Uribe, enero 24 de 2009

Escrito sacado del "desván" como modesto homenaje y dedicatoria a la valiente e inteligente columnista Claudia López, la santa patrona de nosotros los columnistas (no se ría Claudia ni los demás tampoco, es verdad; yo vi cómo pisó un elefante sin querer queriendo). Y que Dios, Alá y los demás de arriba, abajo y los lados la mantengan en su gloria y en su tribuna, amén.

Ernesto Samper: estrella extinta haciendo el oso mayor al tratar de reencenderse infructuosamente. Si dejara el desespero por subir de nuevo a los altos titulares su controvertida presidencia titilaría menos. Buen muchacho como otros, pero su ambición le perpetró a su patria una honda herida.

A Samper le abonábamos su buen humor y chispazos entre tanto político serio y malencarado. Pero exageró, y sobre todo ahora su trasnochado afán de protagonismo lo está mutando en un Chespirito político. Hace poco Juan Paz en su columna dominical de El Mundo de Medellín narró la última serie de samperinas. Entre varias, allí el doctor Ernesto se refirió a “Garzón y Fajardo, que tratarán de hacer política sin partido, que es como volar sin avión” (El Mundo, Juan Paz, 4-01-09). Si así fuera, eso es mejor que volar en un avión destartalado, corroído y con gasolina dudosa como la mayoría de los actuales partidos.

No calificaré el elefante ni la ceguera de sus espaldas ni el aquí-estoy-aquí-me-quedo; eso quedó en la historia como ejemplo o escarmiento, y cada uno lo juzgará. Pero hablaré del espectáculo deplorable que está dando: proponiendo de todo aquí y allá, y bautizando procesos y actuaciones en el intento de ser original y diferente para destacarse.

Una de sus estrategias es tomarse la herencia de López Michelsen: la liberación de los secuestrados y el intercambio humanitario, misión que López asumió en sus últimos años con fundamento jurídico y no con arremetidas mediáticas y reactivas como las de Samper.

A López se le veía sinceridad y pasión por el tema, pero a Samper no porque se limita a frases efectistas y superficiales, sin que yo crea que no le importen los secuestrados. Es que en Samper refulge el ánimo de tomar alguna bandera con audiencia, y hoy es la de los secuestrados y como ayer mañana será otra y pasado mañana cambiará. Muestra inconsistencia ideológica y política, hasta el punto de que no se sabe en qué lado o partido está, o si hoy es independiente. Esa impresión queda de sus salidas dispersas opinando sobre lo divino y lo humano.

Por muchos esfuerzos que haga, Samper cargará siempre el pesado síndrome del elefante del cual no lo emancipará la opinión pública. Quedó para siempre marcado con uno de los gobiernos más controvertidos de la historia, así el Congreso lo haya absuelto. Eso a la gente no le importó, pues lo tomó como una simple formalidad, si es que le paró bolas o recuerda los mogollones y compañías.

Para más Belisario, que sabiendo qué le corría y corre pierna arriba con la retoma del Palacio de Justicia, se guareció en sus cuarteles intelectuales y poéticos a vivir su merecido idilio con Dalita, intentando con cierto éxito una imagen de dulce patriarca cano más allá del bien y del mal que lo ha protegido de esculcadas, hasta que le llegue la hora de partida o de iniciar sus visitas a las cortes. Salud y larga vida para el príncipe de Amagá, pero está en una carrera contra el tiempo.

Samper en cambio se resiste al retiro que sería lo más lógico, pues bien barata la sacó para que ahora quiera reencaucharse con temas tan difíciles sobre los que poca autoridad moral tiene. Muchos de sus defensores en su Presidencia lo fueron más de las instituciones y del Partido Liberal que de él como persona, pero ya no es presidente ni representa las instituciones ni se sabe de cuál partido es. Así que defensores ahora, pocos.

Samper debería limitarse a los cocteles con Bessudo e Ivonne Nichols con vaso de whisquy en la mano y sonrisa fotográfica en la cara, echando chistes con la realeza chibcho-santafereña en donde debe ser arrollador. O a cocinar con D’Artagnan...

Lo importante es que no la embarre con sus flojas notas de salón, lo cual hasta ahora no ha sucedido por su intrascendencia ontológica. Pero ojo, fue presidente de Colombia, un puestico clave con peso internacional, cuya honorabilidad -la del cargo- no se puede arriesgar deambulando por páginas, partidos, gobiernos y entrevistas prefabricadas.

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