viernes, 4 de marzo de 2011

Los cinco y seis

Por Álvaro González Uribe, febrero 12 de 2010, Santa Marta, tierra santa.

Para un político, un gobernante e incluso un columnista, es casi suicida interceder por los estratos cinco y seis, así la gran mayoría de aquéllos esté ubicada en esos rangos y los defienda bajo la mesa. Es populismo; o como si apoyarlos fuera vergonzante. Pues a mi no me da pena; no busco votos y, además, he abogado por los menos favorecidos y más golpeados en decenas de columnas y actos de  mi vida, diciendo y haciendo.

A los más jóvenes les cuento que el 5 y 6 era un juego de apuestas en carreras de caballos cuando había hípica en Bogotá. Pues bien: los cinco y seis nos ganamos el 5 y 6 sin comprarlo.

Para el Estado yo soy de estrato seis, pero no estoy realmente allí, soy clase media. Vivo como muchos de mis “conestratarios” o más abajito, alcanzado y preocupado, en especial por la futura universidad de mis hijos. Mi secuestro sería el peor negocio. Es que no tiene por qué darme pena, pues lo poco que tengo lo consigo cada día honradamente con trabajo duro y no exploto a nadie, como igual pasa con la gran mayoría cinco y seis.

Algunos piensan que los cinco y seis son los más ricos y no hay tal. Claro que vivimos bastante mejor (económicamente) que muchos otros colombianos, pero es un adefesio eso de resultar uno del mismo estrato de don Luis Carlos Sarmiento, los Nules o Víctor Carranza. Por eso pido establecer los estratos 20, 30 o más, pues la posición económica de estos magnates -los honrados y los no tanto-, y de otros menos ricos, sobrepasa de lejos la nuestra.

Incluso, otra variable estratos-férica más diciente y real sería establecer los estratos cero, menos uno y hasta menos cinco, dejando el máximo en seis o subiéndolo. Hay muchísima gente en Colombia cuya terrible y dolorosa pobreza estaría más fielmente representada con estratos negativos.

Lo más rentable políticamente es tirarles duro -o al menos gritarlo- a los “ricos” cinco y seis; da votos y popularidad. Absurdo: la gran mayoría de cinco y seis no es rica en cierto sentido de la palabra: vive al día, y con un boquete pequeño que le abran queda en la quiebra, pues su presupuesto es milimétricamente ajustado. Muchos tres y cuatros se dan lujos que yo no he olido, y tienen todo el derecho, ni más faltaba.

Ejemplo reciente es la célebre reforma al sistema de salud, que obliga a los cinco y seis a pagar total o parcialmente los servicios que queden por fuera del POS (las prestaciones excepcionales en salud) acudiendo a las sagradas cesantías, a los ahorros pensionales, y a onerosos préstamos bancarios.

Como los cinco y seis normalitos nos movemos por la calle y convivimos con todos los estratos, nos ganamos los coscorrones por envidias y resentimientos, pues los altos cacaos nunca se mezclan. Somos el blanco móvil que recibe las pedradas por ellos, los apretones de los gobiernos y las arengas de varios políticos, que en campaña se vuelven pobres y se rebajan abolengos, pese a que casi todos son cinco y seis, y muchos 20 y 30.

Y hay más: casi todos los cinco y seis no tenemos cómo defendernos de las medidas oficiales, ni hacer lobby ante los gobiernos, y tampoco podemos -ni queremos- pagar astutos contadores y abogados maromeros que se balancean en la tenue línea entre lo legal y lo ilegal.

Como he participado en muchas actividades ciudadanas, me he ganado vainazos de algunos dirigentes de izquierda y de ONG, por ser dizque estrato cinco o seis -o por tener cara de eso- pese a que he sido defensor de los demás estratos en varias batallas de mi vida. Obvio: para cierta dirigencia de izquierda es mejor tirarle a uno que a los grandes potentados, pues así quedan ante sus camaradas como luchadores populares frenteros y se evitan pelear con quienes financian campañas, les hacen donaciones y tienen el poder real. Es un teatrico hasta de lo más rentable y sabroso. Y ni se diga de los mafiosos y corruptos, que pasaron de largo y rapidito por los rangos cinco y seis atropellándolos, como a todos.

¡No más, qué estripamos a los 1, 2, 3 y 4! ¡No más totogoles a los 5 y 6! ¡Los 5 y 6 unidos, jamás serán vencidos!

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